Gris Tormenta cumplió cinco años

Una entrevista que Reyna Paz hizo a Gris Tormenta en septiembre 2022.

3 noviembre 2022

© João Bernardino


¿Cómo festejan los cinco años de Gris Tormenta?, ¿con alguna edición especial, algunos conversatorios, con mayores puntos de distribución?

Este año de aniversario hicimos la segunda edición de Regreso a la Tierra: la primera vez que hacemos una segunda edición de uno de nuestros títulos. También inició la distribución de Gris Tormenta en Argentina y Chile, algo que no habíamos planeado al inicio, pero que en algún momento se dio. Y hace unos días estuvimos en Buenos Aires y Santiago, visitando librerías con Big Sur, nuestro distribuidor allá, y participamos en la Feria de Editores de Buenos Aires, un tipo de feria que no existe en México a esa escala: stands de doscientas ochenta editoriales independientes atendidos directamente por sus editores a un público lector muy interesado, no casual. La respuesta fue extraordinaria. Nos sorprendió mucho esa feria y la recepción a la editorial. También iniciamos oficialmente a trabajar en la definición y los primeros libros de una tercera colección editorial (además de Disertaciones y Editor) que tendrá sus primeras publicaciones, si todo sale bien, en el segundo semestre de 2023.


¿Cuál fue el año más complicado para la editorial: lanzar el proyecto en 2017 o 2019 con el cierre de librerías?

2019, sin duda: nos quedamos sin librerías y sin distribuidor en México. Hubo un par de títulos paralizados, a los que hasta ahora les ha costado algo de trabajo avanzar (los llamados libros de la pandemia, que todas las editoriales tuvieron). Pero fue el año que más lectores llegaron, así que no todo estuvo mal. Hay una correlación bien probada entre los picos más altos de la pandemia y los picos de venta de libros. Tuvimos que abrir una tienda en línea con el cierre de librerías. Nadie lo esperaba; nos mostró que en los momentos más inciertos las personas desean estar cerca de libros.


¿Qué estrategias trazaron o cómo fue que afrontaron el cierre de librerías y la falta de ferias de libros?

Además de la tienda en línea, que nos salvó ese año, comenzamos a diversificar nuestra distribución: no solo tener un distribuidor y pensar que eso lo solucionará todo: tener tres o cuatro o más estrategias de distribución de manera constante y paralela, de manera que si una falla, temporal o definitivamente, todavía tienes otras que te pueden sostener en lo que tratas de corregir el problema.


Diecisiete títulos en cinco años es una gran labor, ¿qué lecturas o qué autores han vuelto a leer en esos cinco años con miras a que Gris Tormenta los publique?

En otra entrevista decíamos que nos gustaría haber tenido un texto de Annie Ernaux, de Luis Chitarroni o de Svetlana Alexiévich. Y ahora agrego: algo de Mario Levrero o Rachel Cusk. No creo que sea imposible, solo hay que esperar a que llegue el libro indicado, recordando que somos una editorial que inventa libros antes de que existan, es decir, tenemos qué encontrar primero en qué libro pueden estar esos autores, con qué tema, al lado de quién, y luego iniciar con la negociación de los derechos.


De la colección Editor, ¿con qué autor se sienten más identificados?

Tal vez con Mario Muchnik. En el libro suyo que publicamos este año, Editar «Guerra y paz», él es autor y editor. Narra la historia que los cinco años que le tomó editar una nueva versión en español del clásico de Tolstói, pero narra también —quizá lo que más nos interesó— toda una vida de lecturas y relecturas de Guerra y paz, y cómo ese amor por el libro lo llevó a desear, hacia el final de su vida, hacer su propia versión. Muestra muy bien lo que podría llamarse el impulso del editor, dejando de lado los inconvenientes que un deseo como ese te va a traer tarde o temprano.


¿Consideran que los libros más arriesgados son aquellos donde los propios escritores afrontan la escritura de sus libros y su trabajo de edición?

Muchos de los llamados clásicos son clásicos por eso: porque en la búsqueda personal del autor aparece algo que no había sido contado antes —de esa manera— en la historia de la literatura. Son los libros más difíciles de escribir porque no hay un camino andado: el escritor inaugura —o cierra— una forma que es demasiado personal e improbable. Y esa improbabilidad es exquisita. Desde una postura más personal, sí, creemos que esos libros son los mejores: los libros que no solo te cuentan una historia, sino también la historia del libro mismo, de su misma escritura. Varios títulos en la colección Editor tienen algunos rasgos así, en particular, por supuesto, Ilegible, de Pablo Duarte.


¿Qué significa para ustedes que una obra tenga actualidad o vigencia? Lo pregunto en el sentido de que algunas editoriales se guían por los cambios o las coyunturas políticas para elegir qué historias editar y promocionar.

Para nosotros la vigencia reside en el poder escuchar una voz humana en el libro, sin importar si se escribió hace dos años o dos mil. Mientras el lector pueda encontrar y sentir esas voces al abrir el libro, cualquier libro, podremos seguir hablando de literatura. Hoy la literatura se confunde con otras cosas que no son literatura, pero el lector avezado puede detectar esa voz en la primera página de cualquier libro. O su ausencia. La historia, y no solo el momento contemporáneo, está llena de libros sin voz, libros que lo que desean está en otro lugar, puede ser mérito, fama, ventas, ego.


Creo que a una mayoría nos gustan las antologías porque reúnen voces sobre temas específicos. Cuéntenos del trabajo del editor para hacer la colección Disertaciones, es decir, ¿qué tanto está el gusto personal por ciertos autores —cómo una obsesión personal la llevan a una colectividad?

Las antologías que más nos ha gustado hacer y las que mejor se han leído son aquellas que tienen su origen en algo pequeñísimo, en una frase breve o en un pensamiento que expresado oralmente en alguna conversación informal puede perderse rápidamente si nadie lo atrapa. Nuestra labor consiste en detectar y filtrar esas ideas, decidir si encajan o no en Gris Tormenta, en qué tono, y luego en los detalles de producción: a quién invitar, textos breves o largos, comisionados o buscados, etcétera. Así que las ideas iniciales, sí, son un gusto personal, de alguno de nosotros, pero siempre relacionado con algún aspecto del mundo contemporáneo. Una vez que está definido eso, hay que seleccionar los textos o autores que podrán ir construyendo el libro que nos imaginamos, para que se lea como queremos que se lea. Si el tema es demasiado específico o raro, se comisionan los textos. Si no, se buscan, seleccionan, traducen. O un híbrido. Un ejemplo fácil de contar es que hace muchos años, antes de que existiera la editorial, en una entrevista informal escuchamos a un astronauta que regresaba de vivir en el espacio decir que ya no podía usar reloj en la Tierra porque le pesaba demasiado. De esa simple observación extraña, que desde entonces tuvimos siempre presente, llegamos finalmente a un libro.

La selección de voces responde a autores que nos gustan, a otros que no hemos leído tanto pero que serían relevantes para el libro, y en las últimas antologías hemos hecho también algo que nos gusta mucho: preguntar a amigos editores o escritores a quién incluirían ellos, así que los autores finales de la antología son una mezcla improbable pasada por varios filtros y casualidades, nunca la primera lista obvia para el tema. Y como también nos interesa mucho que sean antologías multiculturales, buscamos escritores en distintos continentes, edades, ideologías.

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