El destino tragicómico de los escritores: reflexiones alrededor de ‘Las posesiones’

Guillermo Núñez Jáuregui y Luigi Amara conversaron alrededor de Las posesiones, de Thomas Bernhard, el segundo título de la colección Editor de Gris Tormenta.

10 junio 2020

Thomas Bernhard en la puerta de la casa en ruinas que compró con el dinero de uno de los premios.


En la 41 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, los escritores Guillermo Núñez Jáuregui y Luigi Amara conversaron alrededor de Las posesiones, de Thomas Bernhard, el segundo título de la colección Editor de Gris Tormenta. Compartimos aquí un fragmento de ese diálogo, en el que ambos reflexionan sobre la figura del escritor y los equívocos que la rodean. Todo a partir del texto donde Bernhard relata —con sinceridad y una autocrítica mordaz— lo que compró con el dinero de dos premios; un vistazo a profundidad al oficio del escritor que navega entre la fortuna y la precariedad.


Luigi Amara (LA)
: Aunque aparentemente es ligero, Las posesiones en realidad toca temas espinosos que no se suelen tratar. Desde un tono satírico, Bernhard va a la llaga. Se suele creer que los escritores somos entes etéreos, que no comemos ni pagamos renta. Por eso, cuando entra de por medio la realidad, todo se enrarece y el escritor asume un papel incómodo, saca ese elefante blanco que es el dinero. Bernhard lo plantea de manera divertida: hace autoescarnio de su postura literaria y su necesidad. Hay dos temas fundamentales en este libro. El primero es el error de comprometer el ingreso económico a la literatura; él cree que puede vivir de la escritura y lo que logra es envilecer su carrera de escritor y hacer que todo fluya mal. El segundo es qué hace con el dinero que recibe de premios literarios; Bernhard termina comprándose un auto deportivo, que en principio no sería algo que esperaríamos y de lo que no hablaríamos normalmente. Esto refleja lo furibundos que somos al hablar del dinero, sobre todo en los medios relacionados a la literatura y el arte, como si hablar del dinero en estos sectores fuera sucio, pecaminoso.


Guillermo Núñez Jáuregui (GNJ)
: Es atractivo que Bernhard subraye la naturaleza extraña de los premios literarios. Tengo la sensación de que cada vez que un escritor mexicano recibe uno y sus conocidos lo felicitan, en realidad lo están felicitando porque ganó dinero, no necesariamente porque lo merezca o piensen que es un mejor escritor de lo que ya sabían. Recuerdo una situación donde esto se me hizo más claro. Hace tiempo, el mexicano Yuri Herrera fue premiado en España y alguien comentó: «Pero en ese premio ni dan dinero. ¿Para qué vale esa clase de premios?». Además, hay concursos de editoriales que solo premian a escritores que ya publican o los utilizan como estrategia de marketing. Ya tienen años operando así.


LA
: Creo que siempre hay algo comprometedor cuando te dan un premio literario, o se lo dan a alguien, porque nunca sabes qué está detrás. Casi siempre parece una equivocación. El propio Bernhard lo cuenta en este ensayo. Él tiene que ser jurado de un premio que recibió un año antes. Narra que todos discuten a quién dárselo, cada quien tiene sus candidatos y no se ponen de acuerdo. Entonces, llega la hora de la comida y un jurado agarra al azar un libro de la pila de candidatos y dice: «Este va a ser», y todos asienten excepto Bernhard.

Es importante que autores y lectores tengamos en mente que un premio no modifica la obra. La obra ontológicamente sigue siendo la misma con o sin él, lo único que se modifica es nuestra atención hacia el libro. En ese sentido, todo premio es un accesorio. Lo único que hace es iluminar para bien, o para mal, porque hay premios que te condenan. Creo que cuando alguien manda un manuscrito a un certamen literario intentando ganar, lo que necesita es dinero. La gente cree que está en juego el prestigio y el valor estético, pero no es cierto. Si yo tuviera los medios, no sometería una de mis obras a un premio. ¿Para qué vas a pasar ese horror si no lo necesitas?


GNJ
: Karl Marx definía al escritor como un gusano de seda. En principio, hay una naturaleza extraña en el trabajo de la escritura, porque no es sencillo evaluarla, darle un valor solo por las horas involucradas en un libro. Hay una historia triste del pensamiento y las artes que todo el tiempo nos recuerda eso. Por ejemplo, Herman Melville vivió en la miseria produciendo una obra invaluable. ¿Cuánto merecería ser pagado? Casi por definición, la escritura es una labor mal pagada. Ojalá no fuera así. Ese es el territorio peligroso al que entra Bernhard en este libro: reconocer lo chusco que es esperar vivir de escribir.


LA
: Sí, es muy difícil definir cómo cuantificar el trabajo de los escritores. Pero también es porque lo hemos envuelto en un aura especial. Escribir también son cuartillas, caracteres, horas nalga. Quizá todo sería menos turbio si se la quitáramos. Stevenson escribió El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde en tres días. Si esos días se pagaran como jornadas laborales, tal vez no habría proporción por escribir una obra maestra. También existe la idea de que escritor, o el artista en general, es alguien que se presta a sacrificios. Es decir, alguien a quien le puedes pedir que escriba sin pagarle.


GNJ
: Hay que reconocer que mucha culpa la tenemos los escritores que somos muy baratos.


LA
: Porque lo que queremos es escribir. Entonces, si puedes hacerlo en lugar de estar repartiendo cervezas en un camión, como lo hizo Bernhard, aceptas esa encomienda aunque te paguen poco. Pero es justamente una forma de malbaratar tu tiempo. Es complejo. Me gusta mucho el tono de Bernhard en este libro. Menciona todo esto pero también a un nivel cómico: el autor, queriendo ganar dinero, podría ser un personaje trágico, pero, en realidad, es un personaje cómico-patético. Te genera conmiseración, al mismo tiempo, te ríes del destino de alguien talentoso que tiene que mendigar su paga. Nos da risa que sea ácido consigo mismo aunque, en realidad, ahí hay un drama sucediendo.




Luigi Amara (Ciudad de México, 1971) es poeta, ensayista, traductor y librero en La Murciélaga. Fue director en Tumbona Ediciones. Es autor de Sombras sueltas, A pie, Historia descabellada de la peluca, Nu)n(ca, entre otros. Lee aquí otra entrevista que le hicimos a Luigi Amara sobre las librerías independientes y las mesas de novedades.


Guillermo Núñez Jáuregui (Ciudad de México, 1982) es filósofo, escritor y librero en La Murciélaga. Ha publicado el libro de ensayos Del aburrimiento surgen los impulsos correctos. Es uno de los autores antologados en Lo infraordinario y escribió el prólogo de Nuevas instrucciones para vivir en México, ambos publicados en la colección Disertaciones de Gris Tormenta.

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