El mundo como un increíble ejercicio del lenguaje
Horacio Warpola habla de sus lecturas indispensables —de César Vallejo a William T. Vollmann— y de cómo la literatura ha forjado su relación con el mundo.
27 noviembre 2020
En esta serie de entrevistas alrededor de la lectura, Gris Tormenta desea mostrar a un lector obsesionado con un puñado de libros; una obsesión que invite a otro lector a asomarse a una mente, a una manera ajena de leer, y acercarse a esos títulos que quizá desconozca o no ha leído todavía. ¿Cómo y por qué se desarrollan sentimientos por un libro en particular? ¿Qué provocaciones podemos encontrar en la exposición de esas emociones? ¿Podemos llegar al otro a través de sus lecturas?
¿Cuáles han sido tus lecturas más memorables, los libros que relees o podrías releer?
Es extraño pensar en lecturas memorables porque parece que hasta la lectura más incómoda o aburrida es memorable hasta cierto punto. Creo que los libros a los que siempre regreso son los que no termino de descifrar y cada párrafo está subrayado por razones poéticas o misteriosas. Los libros que más releo son libros de poesía, que en realidad son ojeadas para recordar cierto verso o para ubicar de nuevo cómo termina tal poema. También es normal que regrese al Libro de los Pasajes, de Benjamin, o al Libro Rojo, de Jung, libros a los que vuelves como se vuelve a un restaurante: checas el menú, pero terminas pidiendo lo mismo.
¿Cómo sabes cuando estás frente a un texto inagotable, cómo se convierte en un clásico personal?
Cuando me identifico profundamente con una historia o una idea o un verso. Un texto que para mí nunca se agota es el que a mí me hubiera gustado escribir, con sus errores y sus genialidades. Mis clásicos personales son libros que me han hecho sentir vivo y también me han provocado una terrible nostalgia. Estos clásicos van con la historia de mi vida y con el momento en que los leí; si hubiera llegado a ellos en otro momento, tal vez el impacto no sería el mismo. Por ahora se me vienen a la mente Generación X, de Douglas Coupland, Los vagabundos del Dharma, de Kerouac, Trilce, de César Vallejo, o Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy. Si continúo sería una lista larga y muy ecléctica.
¿Cuál es el último que has descubierto?
La pecera de Dios, de David Alfonso Estrada (Premio Frontera de Palabras 2019, publicado por FETA). Una magnífica historia de anexos, personajes sombríos, brujos literarios y amor sepulcral.
¿Cómo es tu biblioteca, cómo está catalogada?
En mis libreros no hay orden, pero hay un orden: identifico los libros por colores y editorial. En toda la casa tengo libros; cuando quiero buscar alguno me lanzo a los tarjetones de mi mente e intento ubicarlo. Creo que las bibliotecas personales, como cualquier otro archivo, se basan en la psicosis de información. La mayoría de los escritores, en su obsesión por la inaplazable pureza de sus libreros, logran un espejo de ellos mismos, y algunas veces terminamos montando un mueble decorativo para impresionar a las visitas.
Un libro que te haya gustado mucho y muy pocos han leído.
No sé si pocos lo han leído, pero pienso en La familia Real, de William T. Vollmann, un tocho de más de mil páginas donde se combina novela negra, documento, biografía, travestismo e historia. Un autor imprescindible que sigo desde hace tiempo.
Un libro raro de tu biblioteca que — sospechas — nadie más en la ciudad tiene.
Manual de la Magia Negra y la Brujería, de O. Pegasso, publicado en Ediciones de Vecchi (1986). Es una editorial española de autoayuda, sin embargo este libro contiene una de las enciclopedias más abrumadoras que haya leído sobre la historia de la magia. Estoy casi seguro que nadie más lo tiene porque lo compré en una librería de viejo en Madrid hace años y nunca más lo he vuelto a ver.
¿Cuál libro te ha hecho reír recientemente?
Poeta Chileno, de Alejandro Zambra, sobre todo la parte donde la periodista entrevista a toda la fauna de poetas en Santiago, una cartografía genial que se puede extender a toda Latinoamérica.
¿Cuáles libros has regalado o podrías regalar muchas veces? ¿Cuál es el mejor libro que te han regalado?
Los libros que siempre regalo son novelas divertidas: La conjura de los necios, de Kennedy Toole, o Los detectives salvajes, de Bolaño. No me gusta regalar libros intensos, difíciles o muy clavados; creo que a esos se llega por intención propia. El libro más bonito que me han regalado es un I Ching setentero que todavía huele a boticario, aceites y hierbas; también incluye sus monedas originales para tirarlo.
Tu editorial — o colección — favorita.
Recientemente amo mucho lo que publica Kaja Negra, es una lástima que sean tan caros. Tengo muchas colecciones favoritas, sobre todo de poesía; me parece que todo lo de Kriller71 es magnífico, también Vaso Roto o la colección negra de Herring Publishers. Y todo lo que anda sacando Gris Tormenta.
Tu libro más caro.
The Holy Books of Thelema, de Aleister Crowley (una edición de lujo en cinco volúmenes, encuadernados a mano en tafilete zafiro oscuro). Sí gasté una buena lana, pero valió la pena.
Un libro robado.
Una edición ochentera de Naked Lunch que trae en la portada una foto en blanco y negro de un brazo con un cuentagotas colgando. Fue de las primeras traducciones al español, es una joyita, no recuerdo la editorial. Lo robé de una librería de viejo en Coyoacán, era muy joven y no tenía dinero.
Algo que no hayas leído todavía.
A Karl Ove Knausgård: no me da el tiempo, no he podido invocarlo, y pensar en todos sus libros me agota mentalmente. Algún día.
Algo que «tenía que gustarte» y no te gustó.
La poesía de Tomas Tranströmer: me parece aburrida, sosa, y no me interesa acercarme a eso.
Algo que hayas aprendido de un libro recientemente.
De cada libro se aprende algo, evidentemente. Ahora estoy leyendo Exhalación, de Ted Chiang, y en el último cuento que leí el personaje toma una decisión espectacular que yo nunca hubiera aplicado; reconocí que el desarrollo de los personajes en la ciencia ficción puede tratarse distinto al de los otros géneros, hay que arriesgarlo todo.
¿Qué te ha dado la lectura o qué ha hecho posible?
La lectura me ha dado todo lo que vive dentro de mí, ha hecho posible que mi relación con el mundo sea un increíble ejercicio junto al lenguaje, me ha enseñado a escribir y a comprender a fondo la condición humana. No imagino mi vida sin la lectura, sin las palabras, sin los libros.
Horacio Warpola (1982) es escritor, poeta y editor. Sus últimas publicaciones son Badaud electrónico y Metadrones. Su obra tiende a explorar y experimentar el lenguaje poético en plataformas digitales (bots, poemas visuales y literatura electrónica) y en el arte contemporáneo (performance y libros de artista).