Aún no hemos leído nada
Milagros y Carmen Pérez Morales (Mili y Meca), libreras de Notanpuan, comparten —en conjunto y por separado— una serie de sus títulos y lecturas más memorables: aquellos libros que forman parte de su biblioteca personal y que las han acompañado por años.
17 octubre 2022
En esta serie de entrevistas alrededor de la lectura, Gris Tormenta desea mostrar a un lector obsesionado con un puñado de libros; una obsesión que invite a otro lector a asomarse a una mente, a una manera ajena de leer, y acercarse a esos títulos que quizá desconozca o no ha leído todavía. ¿Cómo y por qué se desarrollan sentimientos por un libro en particular? ¿Qué provocaciones podemos encontrar en la exposición de esas emociones? ¿Podemos llegar al otro a través de sus lecturas?
¿Cómo es su biblioteca, cómo está catalogada?
Tenemos mal de libreras; compartimos una biblioteca que está catalogada tal cual la librería: temáticamente, y dentro de eso por orden alfabético de autor. Entonces tenemos novela gráfica, literatura traducida, literatura hispanoamericana, poesía y filosofía, cada uno de esos de la A a la Z. Es una biblioteca grande y siempre es lo primero que armamos al mudarnos, así que actualmente el living de nuestra casa orbita un poco alrededor de ella.
Un libro robado.
Mili: Tenemos un grupo de cuatro amigas actrices que por un tiempo le subalquiló la casa a Una Pareja De Escritores Argentinxs Laureadxs. Todos los cuartos estaban llenos de bibliotecas con material impresionante, en varios idiomas, de todo tipo. Siempre miramos todo con cariño para después devolverlo a su lugar, hasta que nuestras amigas discutieron con lxs propietarixs e hicieron una fiesta que se desmadró un poco. Ese día volví a casa con un Ballard en inglés y un librito misterioso sobre la vida sexual de Kant que una amiga robó para mí, porque tengo un poema específicamente sobre eso.
Meca: Yo estoy limpia de pecado y he devuelto todo lo que ha caído en mis manos.
Algo que «tenía que gustarles» y no les gustó.
Meca: Hace unos años se publicó acá Sobre Barbara Loden, de Nathalie Léger. Me acerqué al libro con mucho entusiasmo, porque soy una entusiasta de la directora que le da nombre y de su peli Wanda, pero me quedé con un sabor amargo. Hay cierta sensibilidad distante de mujer francesa que nunca termina de convocarme, y, más que nada, me irrita la sensación de que Wanda, al fin y al cabo, es una película sobre el infierno que es el trabajo, y esta novela logra volverse un monólogo masturbatorio sobre la subjetividad de Ciertas Mujeres Acomodadas. A muchxs amigxs lxs gustó enormemente.
Mili: ¿Tengo una especie de enemistad no declarada con Bifo Berardi? Leí Fenomenología del fin en algún momento del año pasado en el que estaba queriendo encontrar alguna forma de marxismo alegre, y algo de ese libro me irritó muchísimo. Soy una persona que carga a su cuerpo como un conflicto (ojalá a resolver) y encontré en Bifo un acercamiento casi naíf al sexo, como si confiar en el cuerpo pudiese salvar a la izquierda. Desconfío de la idea de separar cabeza y cuerpo en planos intocables, o de sentir sin pensar y viceversa.
Su libro más caro.
Tenemos una preciosa primera edición de 2666, de Bolaño, que por supuesto le robamos a nuestro padre y que en Mercado Libre cotiza un tercio de lo que ganamos juntas.
Un libro que les haya gustado mucho y muy pocos han leído.
Meca: Hace muchos años, todavía medio adolescente, tuve un romancecito con un chico de Costa Rica que leía mucho menos que yo, pero que insistió en prestarme un libro, Murámonos, Federico, de Joaquín Gutiérrez. Creo que fue más un gesto para mostrar que había algo de lo que yo no podía hablar que otra cosa, pero casi que no lo devuelvo. Acá no creo que haya circulado. Es una novela un tanto naíf, romántica, que le hubiese encantado a mi madre. Me encantaría poder venderla.
Mili: Leo mucha ciencia ficción, era algo que hacía mucho en la adolescencia y después abandoné, hasta que una vez en la facultad, en una materia que no tenía nada que ver con el tema en realidad, un docente fantástico nos recomendó un cuento que me descolocó: «El eslabón vulnerable», de James Tiptree Jr., una autora de los años setenta que escribía con seudónimo de hombre. Busqué otras cosas de la autora y solo encontré un librito de cuentos, Mundos cálidos y otros, de la colección Nebulae, que acá no circula desde principios de los noventa, y flashé. Son complejos y magnéticos, uso y recomiendo.
Un libro raro de su biblioteca que —sospechan— nadie más en la ciudad tiene.
Mili: Pensé en algunas cositas hipercontemporáneas de poesía en inglés, que acá todavía no llegaron, como un libro de una poeta trans yanqui superjovencita que se llama Torrin A. Greathouse, pero al enumerarlo me doy cuenta de que se lo robé a alguien que a su vez tampoco es el dueño original, así que de paso contesto otra de las preguntas. Y sabemos que ladrón que roba a ladrón…
Meca: Tengo un pequeño altar de libros muy atesorados en mi cuarto, alejados de la biblioteca principal. Entre ellos hay dos que creo que son figuritas difíciles: Eternal Friendship, de Anouck Durand, un relato fotográfico extraño, y Under the Banner of Concern, un libro de las ilustraciones de Tim Presley, el cantante de White Fence: son unos dibujitos inquietantes y preciosos, casi griegos, que quiero mucho.
¿Cuáles libros han regalado o podrían regalar muchas veces? ¿Cuál es el mejor libro que les han regalado?
Somos muy insidiosas con los libros que elegimos regalar. Creo que los que más se repiten, aunque disímiles, son, por un lado El árbol de palabras, que es la poesía reunida de Mirta Rosenberg. Leer a Mirta nos cambió la vida, no hay más vueltas. El otro es un librito de ensayos de un filósofo anarquista local que admiramos muchísimo, Cabezas de tormenta, de Christian Ferrer. Es un éxito entre nuestros amigos cuarentones de izquierda, y además es muy barato. Pero sobre todo son ensayos ensoñados, punzantes, sobre anarquistas de la vieja escuela.
Meca: No nos suelen regalar muchos libros, porque somos libreras… [risas] Hace poco me encapriché con aprender portugués y mi pareja me llevó a visitar una librería de viejos que no conocía, con libros en varios idiomas, solo para sorprenderme con que me había comprado, ahí mismo, una edición brasilera del ensayo The Stars, de Weinberger (por el que mato y muero), traducido e ilustrado. Fue inesperado y tierno. Estuvo muy bien.
Mili: Hace poco hice un amigo nuevo, que entre dos y veinte veces por día me comparte poemas que encuentra. En una vuelta me entusiasmé con unos y me prometió prestarme el libro la próxima vez que nos viéramos. Eso resultó ser en mi cumpleaños, en el que estuve borracha desde temprano, así que cuando llegó con el libro en manos yo lo miré con los ojos brillosos y le pregunté: «¡¿Es para mí?!», obligándolo accidentalmente a regalármelo. Es uno de los libros de poemas más raros y hermosos que leí últimamente: Frank: Sonnets, de Diane Seuss.
¿Cuál libro les ha hecho reír recientemente?
Aunque estemos políticamente en contra del final de Tienes un e-mail (porque no sé si sabían… pero somos libreras… [risas]), las dos somos grandes fans de Nora Ephron y pensamos mucho en la ropa de Meg Ryan en Cuando Harry conoció a Sally. Así que leímos su librito de ensayos, No me acuerdo de nada, apenas llegó, y las dos nos reímos muchísimo: Nora es trágica, autoconsciente y lúcida, apta para todo público y la dosis exacta de Señora Judía Mala Huérfana de Madre que necesitamos.
Algo que hayan aprendido de un libro recientemente.
Mili: Que un cuerpo gana potencia en contacto con otros cuerpos. El mío también.
Meca: No sé si puede ser tan contundente, ja, ja, que una novela solo sobre hombres siendo rancios igual puede conmoverme profundamente.
¿Cómo saben cuando están frente a un texto inagotable, cómo se convierte en un clásico personal?
Mili: Yo soy muy irritante y quiero que las cosas hablen de mí. O al menos conmigo, en un código hiperespecífico de ideas y referencias. Cuando escribo soy sentenciosa hasta el capricho, también. Entonces, admitiendo mi narcisismo insufrible, amo los libros que me dan directivas de esa índole, que de alguna forma me enseñan a vivir (o a sostener esos caprichos). Pienso en Amo a Dick, de Chris Kraus; en La belleza del marido, de Anne Carson; en Teoría sentimental, de Mirta Rosenberg.
Meca: Me gusta la pelea entre forma y contenido: los textos que desarman, de alguna forma, la sintaxis, pero que al mismo tiempo dan cuenta de cierta plasticidad para hablar de las cosas. Me gustan los narradores eruditos pero graciosos, generosos con sus lectores. Pienso también en Anne Carson, pero además en Guimarães Rosa, o en Tedi López Mills.
¿Cuál es el último que han descubierto?
Meca: Yo llevo ya casi dos años obsesionada con Luigi Amara. Descubrí el ensayo personal como forma hace no tanto, y todo lo que escribe (también su poesía) se volvió como una suerte de norte al que vuelvo todo el tiempo. Lo amo, me hace reír.
Mili: Leí Vaquera invertida, de McKenzie Wark, y lo convertí en mi personalidad. La categoría Mujer me confunde mucho últimamente, y el libro de Wark la define de una forma que dista enormemente de la mía, pero que es tan cruda y honesta y punk que me devolvió las ganas de encontrar la respuesta, el entusiasmo, el deseo.
¿Qué les ha dado la lectura o qué ha hecho posible?
Un sueldo fijo. Que no es poco [risas].
¿Cuáles han sido sus lecturas más memorables, los libros que releen o podrían releer?
Creo que fuimos nombrando muchos de ellos sobre la marcha. Igual agregaríamos algunos más: El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers; Virilidad, de Cynthia Ozick; el obvio pero encantador Éramos unos niños, de Patti Smith; En busca del tiempo perdido, de Proust; la Ética de Spinoza; nuestra trifecta argentina del corazón, que son Puig, Saer y Gallardo. Son lecturas que hemos encarnado y militado con devoción, que nos transforman siempre.
Su editorial —o colección— favorita.
Pensando lo local, estamos en éxtasis con la nueva colección de Caja Negra, Efectos Colaterales. Es una colección de nuevas narrativas, aunque bastante híbrida, que recorre un mundo en común que abarca desde el travestismo hasta la ciencia ficción, el único binarismo de género que nos interesa actualmente. Además, se nos aparece Línea C, la colección de ciencia ficción curada por Marcelo Cohen para la editorial Interzona, con la que descubrimos a autores que ahora nos marcan, como M. John Harrison.
Mirando hacia afuera, admiramos (casi hasta el fanatismo) al querido Guido Arroyo de la editorial Alquimia, no solo por sus libros hermosos, sino también por su labor como editor y su compromiso y tiempo con cada libro, que va por fuera de cualquier lógica de mercado. Escucharlo hablar es un placer. Y, además, como anarquistas jovatas, pensamos mucho en Pepitas de Calabaza y sus hermosos libros contra el trabajo, hechos para el bolsillo de la dama y la cartera del caballero. Guiño a ustedes, amigxs de Gris Tormenta, por sus libritos tamaño bolsillo de sobretodo.
Algo que no hayan leído todavía.
Aún no hemos leído nada.
Mili y Meca (Buenos Aires, 1997) son libreras en Notanpuan, una librería, editorial y espacio cultural en Buenos Aires, Argentina, donde se realizan lecturas, presentaciones de libros, talleres y eventos artísticos.