El desastre y la posibilidad de cambio
Petrarca sintió la ambición de restaurar la gloria del pasado. Y eso significaba abrir las mentes de sus contemporáneos.
6 enero 2021
En 1345, poco antes de que la plaga devastara Verona, el poeta y erudito italiano Petrarca estaba husmeando en la biblioteca de la catedral de la ciudad. Entre los deteriorados manuscritos, encontró cartas escritas por Marco Tulio Cicerón, el estadista y orador romano al que a veces se le atribuye el mérito de hacer del latín una lengua literaria. Hasta el descubrimiento de Petrarca, Cicerón estuvo casi totalmente olvidado, al igual que la mayoría de las grandes figuras de la época clásica. La lectura de las cartas de Cicerón — y otras obras abandonadas, como la historia de Roma, de Livio — le reveló a Petrarca la degradación de la civilización. Bautizó el período después de la caída de Roma como la Edad Oscura. La belleza del lenguaje de Cicerón y el rigor de su pensamiento infundieron en Petrarca la ambición de restaurar la gloria del pasado. Y eso significaba abrir las mentes de sus contemporáneos a la posibilidad de cambio.
Petrarca expresó la frustración con su época escribiendo cartas a los antiguos. Como si a alguien hoy en día no le gustara el estado actual del país y quisiera hablar con Thomas Jefferson.
La Edad Media no terminó definitivamente sino hasta la caída de Constantinopla, en 1453, cuando los eruditos del Imperio Bizantino emigraron a Europa, especialmente a Italia, trayendo sus bibliotecas con ellos. Pero el nuevo pensamiento ya estaba en marcha, impulsado en parte por el abrazo de Petrarca al viejo pensamiento, por lo que se le cita a menudo como la figura insignia del Renacimiento. Los artistas recuperaron las antiguas técnicas de dibujo y pintura con perspectiva. Los músicos recuperaron la melodía. El humanismo desestabilizó el dominio estancado de la religión sobre la mente de las personas. Miguel Ángel, da Vinci, Palladio, Brunelleschi, Boccaccio, Petrarca, Maquiavelo y Dante Alighieri se convirtieron en los cimientos del pensamiento europeo. Los exploradores italianos, incluyendo a Cristóbal Colón, Giovanni da Verrazzano y Amerigo Vespucci, cambiaron el mapa del mundo. Galileo estableció el método científico. El Renacimiento italiano fue quizá el mayor florecimiento de la ciencia y el arte en la civilización occidental.
Extracto de «Crossroads», de Lawrence Wright, en The New Yorker, 20 de julio de 2020.
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