Nueve ideas intercambiables para el Día del Libro y el derecho a la lectura
El siguiente texto de Eduardo de la Garma, librero en La Comezón, es el prólogo a la compilación Superficie celeste y otros escritos, publicado por nueve editoriales independientes de México con motivo del Día del Libro 2021.
19 abril 2021
1. Confianza
Según el iconógrafo Cesare Ripa, la confianza es una mujer que sostiene con ambas manos la reproducción de un buque de tres mástiles. Si la literatura es un sistema de relaciones y un libro no es sino una conversación por otros medios, la confianza sería algo así como el mástil que está entre el trinquete de la proa y la mesana de la popa. Entre quien habla y quien escucha, el espacio que hace posible la conversación, un espacio que fue creado o cuidado por editoras, libreras, imprentas, traductoras. Elegimos un libro entre tantos por la confianza que tenemos en una escritora, en una temática, en una colección editorial o en una amiga que nos conoce y nos recomienda. Otra palabra para decir confianza: amistad. La alegoría que hacían los antiguos griegos de la amistad era la de una mujer que muestra su corazón con la mano derecha mientras que con la izquierda sostiene un olmo seco que se enrosca en una vid pródiga en racimos.
2. Llegar tarde, irse temprano
El consejo es de un director de cine: la cámara tendría que llegar tarde a la acción y tendría que irse antes de que termine. El consejo también aplica para una fiesta: ni llegar a poner la mesa ni quedarse a lavar los platos. Como lector, conviene llegar tarde a los libros. En una librería, los libros que no pasaron de la mesa de novedades al librero del fondo no son sino ansias. Lo más sano es no tenerlas, no tenerlos. El libro es una bestia que se mueve lento en direcciones insospechadas. Conviene ver ese espectáculo con la curiosidad que da la paciencia.
3. Hallazgos
Sin una mínima ceguera es muy difícil avanzar. La historia de Sri Lanka es fascinante: una isla en el golfo de Bengala que atrajo al rey Salomón, al rey Rama y a ese proto Sherlock Holmes que fue el conde de Serendipit, el príncipe de Ceilán: un viajero vagabundo que descubría lo que no buscaba. En esa isla de tradición budista, con forma de lágrima y olor a té, canela, coco y mango, la serendipia. «De chiripa», decimos aquí. Hallar lo que no buscamos y sentir el estupor de la sorpresa. Ir más allá de la satisfacción del consumo: entrar a una librería y tener un encuentro no previsto: un libro que no sabíamos que buscábamos. Un hallazgo es un desconcierto feliz, un pasmo que nos descoloca y nos lleva a otro lugar.
4. Salvar distancias
En territorios irregulares y estructuras desiguales, la palabra capital es esta: acceso. Para decirlo rápido, el trabajo de cualquier editorial y de cualquier librería es este: compartir nuestras preferencias con nuestros preferidos. Hacer accesible un texto, ponerlo a disposición de un lector. Si un libro es demasiado caro, demasiado aburrido, si la letra es demasiado pequeña, si la traducción es demasiado torpe, si la librería está demasiado lejos… si un texto no logra ser leído por cuestiones contextuales, el cataclisma: la inaccesibilidad. Entre curiosos que se apabullan con tantos y hasta demasiados libros, un librero que escuche, orille, distinga y proyecte lecturas. Un editor que comparta hallazgos, un crítico que desarticule talentos, un distribuidor que teja lazos, una política pública que estimule el tiempo libre y la recreación imaginativa. «Aclarar el agua para profundizar el pozo», recomendaba Hemingway. Acercarle el pozo al lector, y al curioso darle un empujón hacia el texto. Salvar distancias, de eso se trata.
5. ¿Cuál es el antónimo de autor, o de autoridad?
Revolotean palabras como sospecha, recelo, inmadurez, fuga. Ante un juicio total —por parte de un premio, de un mercado, de la costumbre que, ¡ay!, es más fuerte que el amor— la lengua conjetural en la que está hecha la literatura: «transparente si visto denso si oído incapaz si palpado inestable si frecuente», versa un verso de Mario Montalbetti. Ante el mito de la creación individual, una comuna más bien torcida pero verídica: el libro, que no es sino una congregación de voces. Tal como los geólogos explican la Tierra, un libro es una paciente acumulación de registros. Y el último que deja su marca eres tú, lector.
6. OA: Otoños Anónimos
Imaginémonos un árbol caducifolio; un álamo o un olmo, pongamos. Imaginémoslo en problemas. Corre ya un airecillo invernal, un chiflón tenue pero certero, y el álamo o el olmo no logra desprenderse de la hoja que lo ata. El álamo o el olmo se declara ingobernable, y cae en terapia grupal. Cuando el álamo o el olmo duda de la naturaleza superior a la que se ha sometido, recibe el humilde consejo de un compañero de batalla: «una hoja a la vez, hermano». Quizá la palabra independiente esté ya muy gastada, quizá a las editoriales y a las librerías que frecuentan el adjetivo les convenga cambiarlo por este: anónimo. Porque el trabajo aquí es lento y es constante: hoja a hoja, palabra a palabra, un libro a la vez. Viajemos del bosque a la playa: el oficio de la editorial o de la librería anónima es el oficio de la ola horadando la roca. Repetir es insistir, subrayaba Gertrude Stein.
7. Esto no es una democracia liberal
El lector tiene todos los derechos, y ninguna responsabilidad; todo el poder, y ninguna culpa. Toda la libertad, y ninguna tolerancia (que hace que todo se vuelva indistinto). La literatura podrá tener muchos asegunes, pero uno de ellos no es el de la democracia liberal.
8. Holografías
La metáfora opera en dos sentidos. La primera tiene que ver con el funcionamiento de los hologramas: dos haces de luz coherentes producen una interferencia que proyecta una imagen en tres dimensiones. El físico húngaro Dennis Gabor inventó la holografía más de treinta años antes de que existiera el rayo láser. Y siglos antes, y con una manita desconchabadita, Cervantes puso a luchar a su caballero de la triste figura con molinos proyectados a partir de calculadas interferencias. La imagen de la lectura es holográfica. Y aquí el segundo sentido de la metáfora: como en un holograma, en un libro todo forma parte de lo mismo.
9. El optimismo de la voluntad
Se sabe que decir texto no es sino otra de las formas que tenemos para decir tejido. Editar un libro significa crear una red, y quizá hasta más: una maraña. ¡Y en qué enredo estamos metidas! Aquí mero, al menos en el de nueve proyectos editoriales: Alacraña, Editorial Almadía, Ediciones Antílope, Dharma Books + Publishing, Elefanta Editorial, Festina Publicaciones, Grano de Sal, Gris Tormenta, Impronta Casa Editora. En apariencia, el discurso de las nueve podría ser dispar, ¿pero quién querría leer de manera aparente? ¿Sería como comer de manera aparente, desear de manera aparente? Una de las editoriales es Festina. «Festina lente», dice la locución latina: apresúrate despacio. Es en la postura, en el carácter, en la disposición para acercar los libros a los lectores en las que son semejantes. Editoriales hermanas, podría decirse si la célebre frase de Tolstói no resonara con tanta fuerza: todos los libros felices se parecen, los infelices lo son cada cual a su manera. Y este es un holograma de libros alegremente infelices a su manera. ¿Porque quién aspiraría a la felicidad, tan mercenaria ella, si tiene enfrente la desbocada ilusión de libertad que ofrece la literatura?
Superficie celeste y otros escritos es una compilación de textos de las siguientes editoriales: Alacraña, Editorial Almadía, Ediciones Antílope, Dharma Books + Publishing, Elefanta Editorial, Festina Publicaciones, Grano de Sal, Gris Tormenta e Impronta Casa Editora. El libro se distribuyó de manera gratuita en la semana del Día del Libro, en abril 2021.
Escriben: Marina Azahua, Jazmina Barrera, Abril Castillo, Camila Fabbri, Mikael Gómez Guthart, Francisco González Crussí, David González Tolosa, Ariana Harwicz, Astrid López Méndez, César Tejeda, Valeria Tentoni, Henry David Thoreau, Yael Weiss e Isabel Zapata. El prólogo es de Eduardo de la Garma, librero en La Comezón, una librería en la ciudad de Querétaro.