La lectura y la obsesión
La escritora y editora Luna Miguel habla de sus clásicos personales y de los autores a los que regresa todo el tiempo.
16 noviembre 2021
En esta serie de entrevistas alrededor de la lectura, Gris Tormenta desea mostrar a un lector obsesionado con un puñado de libros; una obsesión que invite a otro lector a asomarse a una mente, a una manera ajena de leer, y acercarse a esos títulos que quizá desconozca o no ha leído todavía. ¿Cómo y por qué se desarrollan sentimientos por un libro en particular? ¿Qué provocaciones podemos encontrar en la exposición de esas emociones? ¿Podemos llegar al otro a través de sus lecturas?
¿Cuáles han sido tus lecturas más memorables, los libros que relees o podrías releer?
Los libros que más he leído y releído a lo largo de mi vida son El libro de Monelle, de Marcel Schwob, La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre, y Pura pasión, de Annie Ernaux. Son libros que releo, en parte, cuando me siento enamorada. Y yo es que siempre siento muy fuerte el amor, por lo que siempre tengo que volver a esos textos. En 2021 me obsesioné con uno nuevo: La gravedad y la gracia, de Simone Weil. Me parece una buenísima suma a este saco de lecturas increíbles para mi corazoncito mojado.
¿Cómo sabes cuando estás frente a un texto inagotable, cómo se convierte en un clásico personal?
Mi pareja, el filósofo Ernesto Castro, explicó en el podcast de Truco o trato una historia sobre esas obsesiones enfermizas que a una le entran con ciertos autores o autoras, eso de tener que devorar sus obras, de pasar días entregada a la lectura y el estudio de sus obras. Él lo llama «tener un Batania», puesto que cuando era adolescente se obsesionó con el poeta de Neorrabioso. Tengo que decir que yo soy una lectora cien por ciento obsesiva, y que cuando me da por alguien me parece el mejor o la mejor escritora de la historia del universo, y nadie me va a convencer de lo contrario… hasta que llegue una nueva obsesión. Mis grandes «batanias» de los últimos años han sido Simone Weil, que ya mencioné antes, Hilda Doolittle, Søren Kierkegaard, Rosario Ferré, Cynthia Ozick, Elena Garro, Rosa Chacel, Ingeborg Bachmann… ¿Qué es un clásico personal? Creo que un «bataniazo» sostenido en el tiempo puede ser signo de ello.
¿Cuál es el último que has descubierto?
Ahora estoy salivando con Albert Camus. Dios mío, qué lirismo, qué ideas, qué oscuridad. Además, es que era guapísimo.
¿Cómo es tu biblioteca, cómo está catalogada?
Horrible. Se me acabó el dinero para comprar estanterías, aunque tengo una salita que hace de biblioteca, ordenada por orden alfabético. Ahí se mezcla todo: cómic, poesía, fanzines, filosofía, narrativa. Da igual. Luego en el salón tengo una estantería de esas bonitas blancas de Ikea, en la que están mis obsesiones recientes o mis favoritas de siempre: ahora mismo están los libros de filosofía, porque estoy estudiando de manera autodidacta, pero también mucha Simone Weil, todo Anaïs Nin, y Annie Ernaux, y Cristina Morales, y Sylvia Plath, una sección de libros sobre poliamor y otra con mis mangas favoritos.
Un libro que te haya gustado mucho y muy pocos han leído.
Precisamente Marcel Schwob era considerado por Jorge Luis Borges como uno de esos autores a los que sus poquísimos y selectos lectores deberían homenajear fundando una pequeña secta. Yo me apuntaría. Pero también quisiera que mucha más gente leyera El libro de Monelle.
Un libro raro de tu biblioteca que —sospechas— nadie más en la ciudad tiene.
Yo ya no lo tengo, se lo regalé a mi novio: una primera edición en alemán de un poemario tardío de Rainer Maria Rilke. No sé qué más: en casa tengo muchos libros firmados muy muy muy especiales, pero me guardaré el secreto. Ah, también tengo un libro «firmado» con un preservativo usado dentro. Quizá eso debería ser otro secreto.
¿Cuál libro te ha hecho reír recientemente?
La cabrona y maravillosa Gabriela Wiener ha escrito, en Huaco retrato, un texto que me hizo reír y llorar a cada página. (Y aprender, y pensar, pero esos verbos suenan menos o implican menor cantidad de fluidos.)
¿Cuáles libros has regalado o podrías regalar muchas veces? ¿Cuál es el mejor libro que te han regalado?
Creo que el libro que más he regalado y seguiré regalando es La belleza del marido, de Anne Carson. No sé cuál es el mejor que me hayan regalado a mí, pero tengo la imagen de mi amiga, la poeta Lola Nieto, regalándome muchos mangas increíbles desde hace años. Por ella conocí a Inio Asano, el mangaka que más me gusta en el mundo.
Tu editorial —o colección— favorita.
Imposible elegir. Almadía, POL y New Directions me parecen tres buenas opciones.
Tu libro más caro.
Una versión de lujo de El libro de Cartago, de Juan Eduardo Cirlot. Creo que serán unos sesenta pavos. O tal vez alguno de Taschen. Pero esperad unos años, que mi ejemplar con condón incluido se venderá carísimo en el futuro.
Un libro robado.
Casi toda la bibliografía de Milan Kundera de la que dispongo me la robé a los diecisiete. Lo siento.
Algo que no hayas leído todavía.
Algo que «tenía que gustarte» y no te gustó.
La obra de Jorge Luis Borges, así, en general. Y la de Zadie Smith.
Algo que hayas aprendido de un libro recientemente.
Que «matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar».
¿Qué te ha dado la lectura o qué ha hecho posible?
Soy una lectora somática. Bueno, no sé si eso exista o esté bien dicho, pero a mí me gusta llamarlo así. Vivo lo que leo. Leo con todo el cuerpo. Si mis escritoras se enamoran, me enamoro. Si sus personajes mueren, quiero morir. La lectura me ha dado ganas de morir —de eso precisamente estoy escribiendo mi próximo ensayo, sobre la lectura, que saldrá en 2022—, pero la tensión de querer explicar esas ganas de morir me ha dado a su vez las ganas de vivir. Y al final, puesto que leo, amo.
Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) es periodista, escritora y editora española. Es autora de libros como Estar enfermo, El arrecife de las sirenas, El funeral de Lolita y Caliente —también tradujo y prologó una versión de El libro de Monelle, de Marcel Schwob.