El placer renovado de hacer libros
Un diálogo sobre la publicación y los motivos detrás de Placeres mínimos, el libro que se obsequió a los lectores para dar a conocer parte del trabajo editorial que se hace en México.
4 mayo 2022
Mauricio Sánchez, editor de Gris Tormenta, se preguntaba en 2020 por qué el Día de Libro pasaba casi desapercibido en México. Se imaginó un libro de bolsillo que pudiera regalarse ese día para celebrar el triángulo que forman lectores, libreros y editores independientes. A principios de 2021, conversando con Astrid López Méndez, editora en Antílope, decidieron invitar a nueve editoriales a formar parte del proyecto: cada una tenía que enviar un texto breve que los representara, y todos esos textos se compilarían en un libro.
Al año siguiente el ejercicio se realizó de nuevo. Trece editoriales publican Placeres mínimos, una compilación de voces del mundo. A continuación se reúnen fragmentos de la presentación de esta antología en la Fiesta del Libro y la Rosa 2022, realizada en el Centro Cultural Universitario de la UNAM en abril. Participaron Mauricio Sánchez, Melina Balcázar (editora en Canta Mares) y Santiago Hernández (editor en Minerva) en representación de los sellos participantes.
Mauricio Sánchez (MS): En 2021 nueve editoriales publicamos Superficie celeste y otros escritos, el primer tomo de esta pequeña colección, para regalar a los lectores y a las librerías independientes que nos apoyaron durante los meses tan aciagos de la pandemia. Fue un libro que se agotó en una semana… Este año invitamos a más editoriales a que se unieran a este proyecto: ahora participamos trece e imprimimos más ejemplares. Nos unimos para festejar a los lectores. Porque sin ellos no existiríamos ni nosotros ni los libros.
Melina Balcázar (MB): Qué inteligencia pensar la edición independiente como un esfuerzo creativo y colectivo; pensarla a partir de su pluralidad. Este libro nace de la inquietud de un grupo de lectores, de personas que quieren hacer cosas juntos. Crea redes de complicidad reales, que se materializan de manera estupenda en Placeres mínimos. Y el título es muy atinado, porque la cuestión del placer es lo que nos lleva, como editores, a ser tan insensatos y necios y tercos y constantes para editar. El placer renovado de sacar un nuevo libro, de creer en una nueva idea.
Santiago Hernández (SH): Es sumamente esperanzador que exista un libro como este, que cumple con la máxima de regalar un libro. Y que los lectores puedan acercarse por lo menos a trece adelantos, a trece casas editoriales que cumplen la máxima de ser catalizadoras de energía, que es precisamente lo que está sucediendo aquí. Placeres mínimos es también un territorio en el que convergen no solo las conversaciones de los catálogos, sino las inquietudes de los lectores y las lectoras que nos siguen. Y eso es milagroso y fantástico en un mundo como en el que estamos caminando hoy en día.
Represento al sello editorial Minerva, que participa en este libro con un texto de Antonio Pigafetta, que fue el oficial de a bordo de Fernando de Magallanes en la primera vuelta al mundo, y nunca me imaginé que Pigafetta pudiera estar hablando con Félix Nadar o con Mariana Enriquez en una antología. Eso nunca lo vimos. Nunca me hubiera imaginado un café entre Charles Baudelaire y Ariana Harwicz, y aquí sucede, aquí está. Entonces, los lectores tienen la posibilidad de mejorar, por mucho, lo que intentó hacer Woody Allen en Medianoche en París, de atreverse a jugar con ese reloj de arena gracias a este libro. Estar en una edición como esta, en un coro como este, es una sensación de gratitud infinita, porque posibilita una conversación atemporal, con un ritmo muy particular, y con colores y sabores de muchísimos lados.
MS: Efectivamente, este trabajo busca crear un espacio donde los lectores puedan disfrutar de lo más importante: la lectura. Es un trabajo coral el que se está haciendo en este momento en el país. Hay cinco estados representados en esta compilación: Ciudad de México, Jalisco, Oaxaca, Querétaro y Veracruz, aunque las historias que cuentan provengan de todo el mundo y siglos distintos.
Me gustaría también preguntar por qué piensan que es importante que sigan existiendo —o sobreviviendo, o tratando de salir adelante— las editoriales independientes. Y por qué hacer estos libros, cuál es el objetivo, por qué insistir, por qué continuar.
MB: Hacemos estos libros por necios e impertinentes. Y siempre estamos buscando estos espacios. Porque la palabra nadie nos la da, uno tiene que tomarla, arrebatarla. También editamos por el acto de decir que queremos que haya otras voces, impertinentes, disidentes, locas, completamente diferentes, que se salgan de una lógica. Detrás de la edición hay una lógica económica, pero no mercantil. Esta es una manera de pensar otros modelos económicos, otras maneras de hacer comunidad. Y de organizar y desorganizar la palabra.
En Canta Mares también nos importa mostrar lo que la traducción y un traductor-editor pueden hacer. Pienso que un editor tiene ese arrojo para hacer que su voz, que es el catálogo, tome un lugar en el espacio público. Y debe luchar para seguir. Es una cosa desmesurada, con soberbia, pero si no fuera así no sucedería.
SH: La necedad y el arrojo en el universo de los libros permite entender que la palabra leer y la palabra editor se conjugan en un gerundio, una acción que se está haciendo todo el tiempo. Aquí estamos personas que nos damos la oportunidad no solamente de leer libros, sino de leer películas y también de leer al otro. Te das cuenta de que es una labor que se está resignificando todo el tiempo, que constantemente te dice «esto puede ser un libro, esto podría traducirse».
Pienso los libros como la escultura. Son espacios que de pronto están en una conexión gaseosa, los empiezas a trabajar, a traducir. Y en el momento en que le ves el fondo y la forma a una pieza, llega una felicidad que te pegas en el pecho. Hay una sensación de locura indescriptible cuando terminas de editar un libro, y aparece luego una persona que también entra en esa conversación con una inquietud que tenía desde antes. Y de pronto hay muchas personas: se convierte en una tribu fantástica alrededor de esa lectura —y esa conversación se puede prolongar toda la vida. Y eso no se puede cuantificar, no cabe en la lógica mercantil de los escritores de las mesas de los libros de la Feria de Fráncfort, donde lo que menos hay son lectores y lectoras, escritores y escritoras.
Que estemos el día de hoy aquí, después del periodo que vivimos en todo el mundo, me parece que es una razón más para decir que seguiré neceando. Quiero seguir trabajando con las personas con las que estoy, y voy a hacer todo lo posible para que pueda seguir presentándose una conversación alrededor de un territorio como el libro.
Participan en Placeres mínimos: Alacraña, Aquelarre Ediciones, Canta Mares, Editorial Almadía, Ediciones Antílope, Dharma Books + Publishing, Elefanta Editorial, Festina Publicaciones, Grano de Sal, Gris Tormenta, Impronta Casa Editora, Minerva Editorial y Zopilote Rey, con textos de Charles Baudelaire, Mariana Enriquez, Ariana Harwicz, Alejandro Merlín, David Miklos, José Montelongo, Félix Nadar, Antonio Pigafetta, Patrycja Pustkowiak, Idalia Sautto, Karina Sosa Castañeda, Susana Sosenski y Yael Weiss.
Puedes leer el prólogo del libro, escrito por Ana León, aquí. Y si aún no lo tienes, quizá queden algunos ejemplares todavía en alguna de las editoriales participantes.