Indagar en el poema
Un recuento, un índice ampliado, un paisaje de pasajes, una deconstrucción transversal, una lectura de intenciones, una lista de subrayados del libro ‘El lenguaje del poema’ de Mario Montalbetti, por Patricio Cevallos Ovalle.
20 febrero 2025
© Doug Kennedy, ‘Sea Poem’ (detalle), 2023.
En un texto que escribió sobre un poema de su compatriota Blanca Varela, Mario Montalbetti (Callao, 1953) dice que a los poemas no hay que interpretarlos porque lo relevante, para ellos, no es el significado. A esta desconcertante afirmación, estando los poemas compuestos por palabras, el peruano le opone la idea, musical, de que a esa especie de textos conviene encontrarles dirección —sentido— y ritmo, como si de un paso de baile se tratara, para indagarlos.
Leyendo el resto de sus textos, lo que en aquel ensayo aparece como una noción introductoria se convierte en un rasgo de lectura, reflexión y creación que, al lado de un riguroso análisis lingüístico, distingue su escritura en prosa. Desde un concepto «exterior», como las islas o el paisaje, o desde uno «interior», como el alma, los textos de Montalbetti tienden a los versos. En el peculiar ordenamiento de las palabras de los versos que más le gustan, los que para él «valen la pena», están, ocultas, pero susceptibles de ser desplegadas, revelaciones que atentan contra lo que comúnmente entendemos por lenguaje.
Para exponer, en un solo libro, la esencia de esa búsqueda —una línea moviéndose constante hacia un destino, pero viperina, ondulando, como sucede con las obsesiones— en El lenguaje del poema están ordenados, cronológica y temáticamente, siete recorridos en torno a ámbitos o temas cuya importancia solemos dar por hecho las personas —y con los que no solemos asociar los poemas: los países, el arte y la cultura, la física, lo visible, las cosas, el significado y la geografía. Como ejemplo, en seguida aparece un fragmento de cada indagación en el orden del índice del libro. Los temas enlistados son generalizaciones; no corresponden con los títulos de los ensayos.
1. Sobre Los países:
El tema de la filiación (a un país, a una lengua, a una comunidad, a una sociedad) es el tema del sucesor, de lo que vino antes y de lo que sigue después. Este es el mismo tema, mutatis mutandi, que María Fernanda Espinosa manifiesta en su intrigante verso «morir es heredarse en plural» (de «LXIII»), verso que no termino de entender plenamente y que por ello me acompaña y me confronta con deleite. Insisto, me muevo en medio de versos para conectarlos y hacer de los poemas entes transversales saqueables, es decir, movimientos cuyo único destino es cruzar, intersectar, irrumpir, traspasar, finalmente atravesar otros cuerpos igualmente saqueables. Tal vez por esto también la noción de poema es tan contraria a la noción de frontera. Los poemas, los versos, son esencialmente migrantes ilegales. El verso de Espinosa supone la figura de la sucesión como estructura rizomática de la continuidad. Heredar es recibir un bien, un rasgo, un gesto de otro; pero heredar también es instituir herederos (son dos de las acepciones que registra el Diccionario de la RAE). Heredar es entonces tanto recibir como dar, que es exactamente la idea de pasar el testigo, el objeto que se pasa en una carrera de relevos. No hay mejor simbolización de lo que constituye un poema.
2. Sobre El arte y la cultura:
No es labor del artista hacer cultura, sino arte. Ya se encargarán las entidades oficiales, las Academias y los burócratas de domesticar el arte y volverlo cultura; ya se encargarán de hacer del arte piezas de museo, unidades exhibibles, acompañadas de narraciones que nos tratarán de convencer de que ese arte-hecho-cultura es prueba evidente de que somos uno, algún tipo de uno (político, étnico, familiar, religioso, poético, lo que sea). Pero lo que no señalarán, porque no pueden hacerlo, a costa de sus propias vidas simbólicas, es que el arte no se place de resultados totalizantes y unificados, sino de búsquedas a las que siempre les faltará algo, búsquedas sin cosa encontrada, una especie de incesante reacción en contra de la domesticación.
3. Sobre La física:
El poema calienta el lenguaje hasta llegar a un punto…
Hay dos observaciones inmediatas que se desprenden de esta frase. La primera es que el poema opera un cambio en el estado del lenguaje. Lo puedo poner de otra forma: el lenguaje, así como el agua, tiene estados. Entonces, lo que llamamos poema es lenguaje en cierto estado. La segunda observación es que el cambio en cuestión es un cambio físico y no un cambio químico. La diferencia es importante. En un cambio físico no hay cambio de sustancia: el agua en estado líquido que se convierte en vapor sigue siendo agua, es decir, sigue siendo H2O. Si yo arrugo una hoja de papel, habré realizado un cambio físico en el papel, pero el papel sigue siendo papel. Sin embargo, si yo le prendo fuego a la hoja de papel, habré realizado (por combustión) un cambio químico: las cenizas ya no son papel. Al plantear que el poema es un cambio de estado físico del lenguaje, quiero plantear entonces que en el poema no hay transubstanciación, no hay cambio de sustancia. El poema es lenguaje en cierto (otro) estado.
4. Sobre Lo visible:
Lo que solamente se puede decir / es aquello que no se puede ver en sentido absoluto. / Y lo que solamente se puede ver / es aquello que no se puede decir en sentido absoluto. // (…) // El poema es el arte de decir lo que solamente se puede decir. / Ni más ni menos. / Ese es el límite absoluto del poema: / decir lo que solamente se puede decir, / lo que, por lo tanto, no se puede ver en ningún sentido. / ¿Qué es lo que solamente se puede decir en un sentido absoluto? // La respuesta obvia es / aquello que no se puede ver en sentido absoluto. / Pero ¿qué puede ser eso? / Muchas cosas… // Blanchot da un primer ejemplo, / dice: el silencio. / El silencio no se puede ser.
5. Sobre Las cosas:
Las palabras no son cosas. / Si las palabras fueran cosas serían lo que son y nada más. Si las palabras fueran cosas no podrían designar otras cosas. Las palabras, por lo tanto, se diferencian de las cosas en el mundo en que no son lo que son y nada más. Siempre son algo más de lo que son. / Las cosas no tienen significado. Las cosas son lo que son y nada más. / Las palabras contagian de significado a las cosas. / El imperialismo del lenguaje (o tal vez, de la lingüística) consiste en afirmar que si algo no tiene significado no es lenguaje. / Esto es lo que se denomina la CLAUSURA SEMÁNTICA del lenguaje. / El lenguaje está cerrado por el significado: si algo lo tiene, es parte del lenguaje, sino lo tiene, queda fuera. / Como ha escrito H. Müller, es solo en occidente que «no podemos soportar lo que carece de significado». / La popularidad de la clausura semántica se debe a su vez a dos asunciones: (a) a la idea atávica de que el lenguaje debe estar al servicio de la comunicación; y (b) a una consecuencia inmediata de la idea anterior, a saber, la suposición de que el lenguaje no es otra cosa que un conjunto de palabras que refieren (o no) a objetos «allá afuera». / Lo que plantean las dos asunciones [anteriores] es falso.
6. Sobre El significado:
Lo que se opone por excelencia en un poema es lo que significa y lo que no significa.
7. Sobre La geografía:
Ir hacia el este (o hacia el oeste) no encuentra límite. Antonio Cillóniz escribió un poema que comienza diciendo: «Después de caminar cierto tiempo hacia el Este»; y Saint-John Perse, otro que dice: «Después de tanto tiempo de andar hacia el Oeste». Cillóniz concluye el suyo diciendo: «quisiera regresar un poco hacia el / oeste»; y Saint-John Perse: «¿qué sabíamos de las cosas / perecederas?». Un explorador polar no haría nada de eso: no desanda el camino, no se hace preguntas. Es muy diferente la errancia este-oeste que el trayecto norte-sur. En la errancia E-O se puede avanzar volviendo sobre los propios pasos, se puede encontrar algo allá afuera en el camino y se puede continuar indefinidamente, pero… no se puede llegar a un punto que no se puede sobrepasar, no se puede llegar al límite. El camino de vuelta del Polo no es un camino de ida al otro, es puro regreso.
Mario Montalbetti.
Como espero que se vea, Montalbetti entiende los poemas como hechos de palabras que a pesar de —o más bien por— situarse en el límite de lo comunicable, lo comprensible y lo utilizable, poseen cualidades que merecen atención. Provocándole alteraciones a las formas comunes del lenguaje, los versos designan zonas, antes del poema indecibles, de la vida y del sentido de la creación artística.
A lo largo de su trayectoria como profesor, ensayista y poeta, Montalbetti se ha dedicado a razonar en contra de supuestos que damos por hecho cuando hablamos, leemos o escribimos. Un ejemplo está disponible en YouTube desde el 2011: en el programa «Aula abierta» de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde desde el 2010 es Profesor Principal de Lingüística, Montalbetti dicta una clase titulada «3 ideas equivocadas sobre el lenguaje». La primera, la más importante, pues de ella se desprenden las otras dos, es que el lenguaje se puede estudiar como se estudian las demás áreas del conocimiento. El profesor desmiente la idea equivocada diciendo que el estudio del lenguaje no es como el estudio del resto de las disciplinas porque el instrumento que usamos para estudiar el lenguaje es el lenguaje mismo: con palabras estudiamos palabras, frases, oraciones, novelas o poemas. La segunda idea falsa es que el lenguaje fue creado por las personas para comunicarse y la tercera es que las personas —incluidos los lingüistas— saben lo que es el significado.
La contraparte de cada una de estas ideas puede entenderse como un origen de la obsesión, reflexiva y literaria, de Montalbetti: un lingüista con el mayor prestigio académico posible que instaura e insiste en instaurar la duda entre el instrumento para estudiar y la materia que se estudia; un ensayista que sabe que el lenguaje tiene funciones ampliamente desestimadas que no tienen que ver con la comunicación entre personas y un poeta con deseos de «hablar literalmente».
El lenguaje del poema. Siete aproximaciones, de Mario Montalbetti, es el tercer título de la colección Paisaje Interior de Gris Tormenta.
La colección Paisaje Interior está dedicada a la escritura y la creación: cómo las obsesiones cultivadas se convierten a lo largo de la vida en una poética de autor.